Que remedio que quererle como es. De primeras parece un chico tímido, algo antipático, pero eso es solo porque, al igual que los lobos, cuando se siente solo no se siente seguro. Adrián es un tipo sencillo, sin muchos complejos... aparte del complejo complejo de la licantropía.
Usa gafas negras, sudaderas de rayas, y en invierno gasta de gorra de pastor irlandés.
Le gustan los spagettis a la carbonara, las albóndigas y los tacos. Y por supuesto, como todos los que conviven con nosotros, ADORA la comida china.
El caldo lo come con el hueso en el plato... o con el caldo en el plato del hueso.
Adrián fue sincero con nosotros, el mismo compró los materiales necesarios para sus noches de cautiverio, y no nos quiso cobrar un céntimo.
Suele andar silbando "The Auld traingle" por la casa, pero la versión de los Dubliners.
Cuando se pone sarcástico no hay quien lo aguante, y una vez empieza a destriparte los finales de las películas, es que se acerca la luna llena.
Adrián es un buen tío. Sí que lo es. Y yo se, porque me lo ha soplado Thyme, que cuando termina la luna llena, la noche siguiente se la pasa viendo películas de época, y la tarde siguiente, viendo porno.
Ante todo, debes tener presente que tras esa máscara de lobo feroz, hay un alma más o menos sensible con una personalidad. Te puede tocar un cabronazo, pero las arpías también existe. Nuestra lotería ha sido Adrián.
Alguna vez lo oí decir que su plato favorito, antes del... accidente, eran las espinacas.
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